ENRIQUE IV ¿EL..... IMPOTENTE???
Para hacer las paces con Navarra, en 1436 Juan II de Castilla, casó a su heredero Enrique, un crío de 12 años, con una de las hijas del rey de Navarra, Blanca, una cría de 13.
Tras la celebración eclesiástica los nuevos esposos fueron separados, ala espera de que alcanzaran una edad decente para consumar el matrimonio.
Cuando Enrique cumplió quince años, se acordó que debía de cumplir con su cometido principal: tener un heredero para la corona.
Después un banquete los jovencitos esposos fueron conducidos hasta sus aposentos para disfrutaran de las dulces mieles del amor. Mientras tanto, al otro lado de la puerta, esperaba su padre, unos heraldos, notarios algún cardenal para ser testigos del desfloramiento de la princesa.
Pongámonos en situación, un adolescente de quince años, tímido y huraño, encerrado en una alcoba empujado para mantener relaciones sexuales, con una prácticamente desconocida adolescente a sabiendas que al otro lado de la puerta están esperando un grupo de gente para comprobar si has cumplido tu cometido. ¿Quien no se sentiría cohibido en esta situación?
Que ocurrió……. nada «durmieron en una cama y la princesa quedó tan entera como venía». Esa noche marcó el inicio de la leyenda que ponía en entredicho la hombría de Enrique. Ya que se difundió la idea de que el príncipe era impotente, fama que circuló en los corrillos de palacio, en atrevidas coplas ridiculizando la frustrada consumación del matrimonio.
El pobre Enrique debió albergar dudas de su impotencia y se sometió a tratamiento de fertilidad: Devotas oraciones, ungüentos en los genitales o incluso otros remedios que incluían “los que le enviaban desde Italia, metrópoli de la ciencia erótica, los embajadores que el rey tenía allí” indicándole como realizar posturas cóitales más apropiadas.
La situación se hizo insostenible hasta el punto que solicitó la anulación matrimonial. Y el matrimonio fue anulado alegando no haber hecho uso del matrimonio. Se aportaron informes que afirmaban que era potente y correcta era su virilidad. Llegando a describir su miembro viril: «El órgano copulatorio es débil y escuálido en su base, pero luego se ensancha hacia una longitud considerable y una desproporcionada cabeza. Esto último impide que la erección se complete, pues el resto del órgano no puede sostener tamaño peso.». Y además se aportaron testimonios de algunas mujeres, que aseguraron que el príncipe había cumplido con ellas como hombre hecho y derecho. “Y como sólo la perdió la potencia con su esposa doña Blanca se atribuyo a una especie de hechizo a lo que se lo impedía”.
Blanca regreso a Navarra, pero allí las cosa le fueron mucho peor a la pobre. Pero esto es otra historia que ya os contare
Entonces Enrique contrajo su segundo matrimonio con su prima de 16años, Juana Avis Aragón, hermana del rey de Portugal. Pero como la leyenda de la impotencia de monarca castellano había llegado hasta Portugal, este exigió que se le entregasen, como depósito, cien mil florines de oro, a la firma de las capitulaciones por si ocurría el mismo problema.
Para evitar lo que sucedió en su primera noche de bodas, Enrique prohibió que el matrimonio se tuviera que consumar ante testigos.
Tras siete años sin hijos, Juana dio a luz a una niña que fue también llamada Juana, la que seria Juana “La Beltraneja”.
Pero las coplas de la época insinúan que el monarca se entregó sin apenas recato a la práctica de la homosexualidad. Decían que mantenía desde jovencito “relaciones inconfesables” con los muchachos moros de la escolta o con Juan Pacheco-Marqués de Villana, puesto a su servicio por Álvaro de Luna, al que atribuían el que se extendiera la homosexualidad en Castilla. ( La truculenta historia de Álvaro de Luna para otra ocasión)
Cuentan que un tal Francisco Valdés que no deseaba entregarse a los apetitos del monarca pagó cara su resistencia al ser recluido en una prisión a donde iba a visitarle el rey con cierta frecuencia para requerirle encuentros sexuales. Otro al que capturaron pensando que era el rey, dado que yacía en su cama. Dicen que también tuvo relaciones con el mismo Beltrán de la Cueva.
Tras el nacimiento de la niña, fue cuando aparecieron los rumores de que pudo dejar embarazada a la reina gracias a una inseminación artificial conocida por cannam auream o que el título nobiliario que le dio a Beltrán era en pago por haber fertilizado a la reina. Rumores que tuvo mucho que ver Juan Pacheco, su ex favorito, al ver gozar los favores del rey a su rival. Pero también hay que tener en cuenta que esta niña cambiaba el orden sucesorio creándose una lucha interna por el poder, en la que estaban envueltos sus hermanastros Alfonso e Isabel.
Algunos nobles obligaron al rey a poner como heredero a su hermanastro Alfonso, que casualmente murió, posiblemente asesinado. Quedando como heredera Isabel. Entonces Juana de Portugal, al ver deshereda a su hija, presa de ira, abandonó a Enrique para tomar abiertamente un amante, con el que posteriormente tuvo dos hijos.
Aunque Enrique había prometido no casar a Isabel contra su voluntad, quiso obligarla a casar con el viejo rey portugués Alfonso, hermano de su infiel esposa Juana. Isabel entonces escapó para casarse a escondidas con Fernando de Aragón. Entonces Enrique IV, furioso, revocó el tratado de Toros de Guisando y nombró de nuevo heredera a su hija Juana.
El 11 de diciembre de 1474 con la muerte del rey, estalla la guerra de Sucesión de Castilla. Su muerte nunca ha sido del todo aclarada.
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