EL PRÍNCIPE JUAN DE TRASTAMARA
El único hijo varón de los Reyes Católicos, heredero de las Coronas de Castilla y Aragón. Cuando lo casaron con la archiduquesa Margarita de Austria, hermana de su cuñado Felipe el Hermoso, tenía 19 años
El príncipe Juan no era agraciado físicamente, tartamudo, de fuerzas andaba justito y su salud era una pena. Por el contrario, Margarita a sus 17 era guapa, inteligente y divertida causando sensación a su futuro marido en cuanto la vio.
Finalizados los esponsales los recién casados rápidamente se encerraron en sus dependencias para dedicarse al sexo y así continuaron los días sin importarles si era de día o de noche, por la mañana o por la tarde o hiciera frío o calor. Era el típico furor conyugal de dos jóvenes recién casados.
“Preso en el amor de la muchacha, ya está demasiado pálido nuestro joven príncipe. Tanto los médicos como el Rey aconsejan a la Reina que, de cuando en cuando, aparte a Margarita del lado del príncipe, que los separe y les conceda treguas, pretextando el peligro que la cópula tan frecuente constituye para el joven príncipe”
La reina Isabel, que para eso llevaba el sobrenombre de “la Católica”, hizo caso omiso de los consejos médicos lanzándoles la famosa frase:
“Lo que Dios ha unido no debe separarlo el hombre”
Poco tiempo más duró la coyunda pues a los seis meses de la boda moría Juan desgastado de tanto sexo y dejando a su joven viuda desconsolada y embarazada de una hija, que falleció a las pocas horas de un dificultoso parto.
El único hijo varón de los Reyes Católicos, heredero de las Coronas de Castilla y Aragón. Cuando lo casaron con la archiduquesa Margarita de Austria, hermana de su cuñado Felipe el Hermoso, tenía 19 años
El príncipe Juan no era agraciado físicamente, tartamudo, de fuerzas andaba justito y su salud era una pena. Por el contrario, Margarita a sus 17 era guapa, inteligente y divertida causando sensación a su futuro marido en cuanto la vio.
Finalizados los esponsales los recién casados rápidamente se encerraron en sus dependencias para dedicarse al sexo y así continuaron los días sin importarles si era de día o de noche, por la mañana o por la tarde o hiciera frío o calor. Era el típico furor conyugal de dos jóvenes recién casados.
Era tanta la intensidad y la frecuencia de las copulas, que la débil salud del heredero castellano se resintió. Y los médicos de la corte acudieron asustados a informar a su madre de que si los recién casados seguían manteniendo ese ritmo sexual el príncipe se acabaría consumiendo.
“Preso en el amor de la muchacha, ya está demasiado pálido nuestro joven príncipe. Tanto los médicos como el Rey aconsejan a la Reina que, de cuando en cuando, aparte a Margarita del lado del príncipe, que los separe y les conceda treguas, pretextando el peligro que la cópula tan frecuente constituye para el joven príncipe”
La reina Isabel, que para eso llevaba el sobrenombre de “la Católica”, hizo caso omiso de los consejos médicos lanzándoles la famosa frase:
“Lo que Dios ha unido no debe separarlo el hombre”